domingo, 13 de diciembre de 2009

Un mal día para Puerto Rico

corren lágrimas

la epidemia del tener

embarga vidas sin permiso

entumece la sangre

como frío del norte


cuelgan en el zaguán

los panes y los peces

en espera de un milagro gratuito


el corazón estático

piensa que será mañana

si el pantalón o el carro

volverán a trabajar


triste apocalipsis caribeño

mutilados estamos todos

atónitos de verdades disfrazadas

de antojos rancios

de penas compartidas


este insularismo perpetuo

nos esclaviza sin carimbo

ruega, ruego, ruegas

que este espejismo

regrese al desierto

y deje la calidez de su esperanza

en la puerta…

viernes, 16 de octubre de 2009

Lumbre


velas cuelgan en el zaguán de mis penas

intimidando la nostalgia

buscando el porque de tus porqués

descifrando el porque de mis porqués


son tan brillantes

que ciegan mi esperanza

marchitan mi futuro

su olor insípido anula mis intentos

desequilibran mi silencio

inutilizan mis ruidos


increíblemente no alumbran mis sombras

malgastan su cera en la llama del perdón

y el dolor de los días aumenta

parpadeando en mis noches frías sin sabor


hoy descubrí que son velas baratas

maltrechas, vulgares y comunes

tan claras y opacas

que confunden al amor

domingo, 13 de septiembre de 2009

Hoy moriré

jugando con tus ojos

vigilando los míos

sujetando los recuerdos

aumentando mí fe


si he de morir

pensaré en el camino

en tus besos,

en los días de amor,

en las noches de placer,

en las angustia de dejarte,

en la esperanza del volver,

en el dolor de viajar sin ti,

en la agonía de perder tu olor,

en el desastre que dejaré,

en tu noches de dolor


aunque moriré

por ley de vida

hoy te amaré

como si fuera el último día

sentirás mis miedos

jugarás con mi pelo

lucharás con mi cuerpo

y en silencio te diré

cuanto te quiero



cuanto extrañaré tus movimientos

el perfume de tus besos

la entrega de tu cuerpo

el deseo bueno

la incredulidad de nuestro amor

la perfección de nuestras épocas

el complemento de nuestros tiempos


así sentiré mi partida

la muerte es segura

el amor es consecuencia

la perdida una necesidad

el dolor un propósito

la despedida una regla

y la nostalgia lo que te quedara de mi


jueves, 3 de septiembre de 2009

Mucho miedo


a que mis palabras duerman

un sueño eterno

al olvido de tus besos

a la inmovilidad de mi voz


al destierro del amor

a verte sufrir

y perderte en otros brazos


al poco aire

al ahogo de los deseos

a transmutar sin ti

a volar en el infinito

sin hogar donde dormir


a descansar en tumba fría

sin que una lágrima

se evapore en el silencio

a que tu olvido sea eterno

y mi paso por tu cuento

sea un fin abierto


a dejar de sonreír

a olvidar amarte

a perderme en el horizonte

en una tarde en Madrid


a lo desconocido

a querer verme en el abismo

a las cuentas que daré

a los pecados que guardé


a dejar de existir

a no concluir mis versos

y a vivir sin mi

sábado, 1 de agosto de 2009

Silencio por Vanessa T. Flores Antommarchi (1992)

Silencio.
La noche calla.
Las estrellas refulgen.
Las brisa suave
se desplaza silenciosamente
y acaricia nuestra piel.

Silencio.
La noche calla.
La brisa susurra algo que
no alcanzo a descifrar
Sonríe luego.
Es hora del amor.
Silencio. La noche calla…


jueves, 30 de julio de 2009

Libre

para amar a mi medida

para crecer, multiplicarme

y seguir viva

para ahuyentar los espíritus enemigos

y desear tu cuerpo en una copa de vino


hay libertades ocultas

quiero la mas pura

la del viento

la del mar

la de los imposibles

la que duele mas


¡¡Ven Libertad!!

búscame en la noche tibia

y calma esta ansiedad

llévate las cadenas

que amaran mi soledad

regálame unas alas para volar…

martes, 28 de julio de 2009

Recuerdos

A un silencio que no entendio mi amor...

tu voz inutiliza mis sentidos
esos del recuerdo
donde los olores y sabores
entorpecen mis miedos

a veces pienso en tu aliento
ese que alborota mis cimientos
aquellos besos fueron eternos
porque aun rondan mis sueños

que será de mi tranquilidad
si los silencios son más
ruidosos que tus versos
los que cuelgo en mis espejuelos
para no dejar de leerlos

quiero ser lo que tu quieras
una revolución o indulgencia
una bruja o hechicera
ser lo que te apetezca
una manzana o una fresa

miércoles, 15 de julio de 2009

Catarsis

A penas habían transcurrido quince años de no respirar en aquella casa de urbanización. Solía estar muy abierta todas sus ventanas de par en par y el movimiento en su interior era obligatorio. Por mas que nos prohibía caminar con el piso mojado o entrar con los tenis sucios no había forma de silenciar nuestros pasos. Las herramientas del soberano viajaban por cada rincón de la casa sin esperar ser cambiadas. Ese silencio de querer ser más ruidosas que su trabajo se anulaba por la necesidad de verlas en un lugar táctico. Las tácticas también tienen su silencio apocalíptico y dramático. Hubo muchas que vi, deje pasar y nunca entendí su importancia. Hay de nuevo un silencio que nunca dejará de serlo.

Hay muchos silencios en este hogar. No escucho su latido ni mi perro. Es casi una pista surrealista de música europea de lo que fue un día. Pues que será de aquel tocador sin ser tocado. O de aquella lámpara azul marino sin ser prendida. Todo ha quedado en un silencio mortal. Su último latido fue sinónimo de silencio eterno. Su cocina no tiene sonidos. Los trastes y los platos permanecen en espera de ser despertados por las ligerezas del que cocina. Hay pocos silencios turbios y este es uno de ellos. Como saber cual será su pena si nadie los libera de su mordaza quinceañera. Los silencios de esta casa siempre fueron silencios; aunque parezca que nunca existieron.

En las noches escuchaba detenidamente los ruidos de las puertas, del cemento caliente enfriarse, de los cordeles de ropa moverse por el viento y de mi perro en la ventana de mi cuarto. No se cuantos ruidos más destruían mi ingenuidad pero creo que no fueron muchos. Hay tantas canicas en el patio, miles de bolas de baloncesto y muchas hojas secas de mi árbol de corazones. Recuerdo los sábados en la tarde cuando el sol en decaimiento se alejaba de mí patio y podía jugar en silencio a ser adulta. Mi perro me facilitaba el papel de mamá moviéndose incansablemente dentro del coche de mis muñecas.

Por cierto, este sí que fue un gran silencio entre mi madre y yo. Las muñecas no me gustaban pues eran muy calladas frías y sus ojos parecían las canicas de mi hermano. Justo cuando deseaba un carrito o un juego de acción en Reyes; llegaban muñecas Barbies, bebés que tomaban biberón y no tenían pelo o las famosas muñecas de porcelana que no podía tocar. Este silencio fue muy agobiante para mí. Ella veía mi rechazo a esas plásticas de naturaleza y discretamente cosía vestidos, lazos y zapatos para las pobres muñecas abandonadas por mí. Nadie entendió el silencio de mi rechazo; era mas realista que muchos adultos y la pena de tener que devolverlas a su cama era inmensa. Solo quería una muñeca que se moviera, llorar y pudiera escapar de mi coche para poder explicarle que era mi bebé. Y que me ayudaría a poder entender el rol que me depararía el futuro y que aun no juego.

Son tantos los ruidos y silencios de estos años que pudiera escribir días y días sin parar. Hubo un silencio que seco una parte de mi vida. Este silencio surgió sin esperarlo muy lentamente entre telarañas y olvidos. Llego la sordera de un amor tan grande como el fraternal. Su escape fue huir de los ruidos y peticiones de madurar; y su ley marcial contra mi fue su silencio. Su necesidad de encontrarse y auto realizarse me costó ocho años de espera.

Una mañana como otra cualquiera para no molestar a mi esposo a las seis de la mañana recurrí a la computadora para leer el periódico online. Descubrí que a mi recién estrenada cuenta de Facebook enviaron un mensaje en inglés muy elocuente y estruendoso. You are my husband’s sister? Oh my God!!! No pude creer lo que leía y regrese a la cama. Con la intención de descubrir que seguía dormida y que solo había sido un sueño ligero. Pues no, realmente seguía despierta, atontada, incrédula y sorda. Entonces brotaron las lágrimas que nunca pudieron surgir en todo este tiempo. Hubo un tsunami de emociones invadiendo mi tranquilidad. Permanecí abatida, triste, llorosa y sobre todo muy enojada por varias horas. Y creo que fue el coraje mas intenso que había sentido en mi vida después de haberme enterado que tendría un silencio perpetuo al apagarse la voz de quien me arrulló en mi niñez. Esa sensación de sordera permaneció intacta por más de dos semanas y los mensajes no cesaban. Inútilmente luche contra mi instinto de hermana. De querer terminar con este silencio y reproducir su voz en mi tímpano. Creo que fue más curiosidad que deseo porque el tiempo transcurrido no pudo silenciar su ruidosa guitarra en mis recuerdos.