corren lágrimas
la epidemia del tener
embarga vidas sin permiso
entumece la sangre
como frío del norte
cuelgan en el zaguán
los panes y los peces
en espera de un milagro gratuito
el corazón estático
piensa que será mañana
si el pantalón o el carro
volverán a trabajar
triste apocalipsis caribeño
mutilados estamos todos
atónitos de verdades disfrazadas
de antojos rancios
de penas compartidas
este insularismo perpetuo
nos esclaviza sin carimbo
ruega, ruego, ruegas
que este espejismo
regrese al desierto
y deje la calidez de su esperanza
en la puerta…